Arte y Espectáculos

“Isabella”, mejor dirección y mejor interpretación

El director Matías Piñeiro y la actriz María Villar agradecieron el reconocimiento otorgado por el festival.

La película argentina Isabella obtuvo dos premios en la competencia internacional del 35° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

María Villar fue galardonada con el premio a la mejor interpretación y Marías Piñeiro el reconocimiento como mejor dirección de esta obra.

“Lo recibo con mucha alegría, muchas gracias al Festival, al jurado, a todo el equipo. Filmar con cada uno de ellos es una de las cosas que más me gusta hacer. Matías, un gran amigo, un voto más de confianza” expresó la actriz, quién también agradeció a toda su familia especialmente a su pareja Alberto Ajaka y a sus hijos “Pedro, Elena y Antonio, que fue una especie de pequeño actor de Isabella”.

Piñeiro, en tanto agradeció por el premio y al festival especialmente por “dar pantalla a esta película”.

También valoró que “un premio a la dirección es un premio al coordinación del trabajo de un gran grupo de personas que la hacen posible” y agradeció especialmente a todos los integrantes del equipo técnico y los actores. “A a por más películas” se despidió.

Isabella es la quinta entrega de Las Shakesperiadas de Matías Piñeiro; su película formalmente más experimental, y al mismo tiempo la más comprometida con el drama de sus personajes. La historia de una mujer que atraviesa el fin de su juventud afrontando los conflictos de esa etapa (la maternidad, los problemas económicos y las desilusiones que provoca cierta idea de éxito) es desarrollada a través de una estructura narrativa que reemplaza la noción de secuencia por la de zona. Cada gran bloque es trabajado como si fuera una superficie de color, dividida en fragmentos y luego recombinada “arbitrariamente” con otras. De esta manera, el espectador reconstruye en su cabeza las escenas y el orden entre ellas, practicando una especie de montaje a la distancia que nunca resiente la emotividad de la dramaturgia. Al contrario, desligarse del orden causal allana el terreno para la potencia emocional de cada detalle, desde una piedra coloreada hasta el llanto contenido de la protagonista.

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